Nicaragua

1.

Si vas en un taxi desvencijado, en medio del tráfago caótico y ruidoso, siempre festivo, y pasas junto a una especie de  panel con un anuncio que reza: Crematorio Monte de los Olivos, y preguntas al taxista que si hay costumbre de incinerar a los muertos, y te responde que no, que a la mayoría de ellos los entierran enteritos, es que has llegado a Nicaragua.

2.

La carestia de la vida y la densidad de tráfico en las calles precarias de Managua, hacen que veas muchos nicas en moto, con sus mujeres atrás, llevando casco el piloto tan sólo, no da para dos; y cuando ves aglún caso raro en que el casco lo lleva ella, te das cuenta enseguida que es que el piloto anda enamorado.

3.

Si vas en un microbús con capacidad para veinte pasajeros, camino de Granada, y el cobrador con medio cuerpo fuera va gritando Granada vamos, Granada vamos, hasta hacer que suban cuarenta a lo poco, gente toda paciente y silenciosa; y te sorprendes anhelando el estado de una sardina en una lata, es que vas viajando por Nicaragua.

4.

Dejas la vista perdida frente al lago de Managua, desde la orilla contaminada, envidiando el agua verde esmeralda de la orilla norte; y si no fuera porque no es verdad, imaginas aqui a los rudos españoles, y allá a los indigenas de su lago Oxolotlan, que no se contaminaron con barbarie tanta.

5.

El escopetero Olver, que cuida el condominio donde habito,me contó que se había hecho evangelista un dia en que se dio cuenta de que estaba cansado de mujerear y de no hallar sentido a su vida, y que ese mismo día al regresar a la casa su mamá le dijo que no tenian con qué almorzar, respondiendo él que no se preocupara, que intuia que iba a ocurrir algo grande; llamándole al rato el gerente de la empresa de seguridad donde trabajaba para decirle que ya podia ir a retirar el cheque de doscientos pesos que le adeudaban.

6.

Cuando se me acercó un mendigo de rostro más andrajoso que los andrajos de su ropa y le di veinte córdobas, me sonrió con una mirada tan iluminada y de brillo tanto, que jamás viera en enamorada bienvestida alguna.

7.

Si vas buscando un hotel, y encuentras uno que se llama Hostal Real del General Cabulla y su Papalota Marilla, ubicado en De Petronic una cuadra al mar, setenta y cinco varas al sur, Masachapa, es que: primero, sin duda no estás en Europa; después, que la imaginación del Trópico es tan fecunda como la vida; y, por último, que se te da la literatura hecha.

8.

La gente por las mañanas se saluda con frases tales como cómo me amaneció, que tenga un buen día; porque la seguridad y el futuro son manías de la opulencia, porque pareciera que el día tropical fuera un espacio complicado que germina con la madrugada y fenece con el ocaso, tal como acontece con la ilusión de la vida.

9.

Al igual que el agua se involucra con el grano de café para conducirlo a la tolva, así se imvolucrara tu vida a la mía para llevarla a la nada.

10.

A veces voy al café más próximo que está a diez cuadras del lugar donde habito, y me apoyo y voy saltando, como si del juego de oca a oca se tratare, en los escopeteros que a cada trecho cuidan casas acomodadas o alguna que otra agencia, descansando así un poco mi miedo leve a medida que los voy divisando; y a pesar de que un amigo nica me ha dicho que no me fie mucho, porque ellos sólo cuidan su perímetro.

11.

Después del largo verano tropical, cayó la primera lluvia con ira, como para enmascarar las lágrimas secas de los desesperados embadurnadas con el polvo.

12.

Tengo que ir pensando que la semana entrante regresaré a España, y que allí me voy a encontrar de nuevo una madre patria bronca y complicada, y una gente que se olvidó de reír, si es que alguna vez supieron hacerlo…

13.

De vuelta a casa luego de la ausencia, te sorprende ver cómo prendes la luz y la luz se enciende; y cómo la ropa sigue dócil en el armario guardada, y las zapatillas al pie de la cama sin que apenas se hayan movido un centímetro tan sólo.

14.

Los pobres de España reciben la dádiva con impasible gesto, tan diverso a lo que acontecía con los limosneros de Managua.

15.

Ido el viaje, escondido algo el recuerdo, sentado bajo un álamo a la ribera izquierda del Tormes, adviertes que sientes una especie de paz amable, casi tropical.

 

Escrito durante mi bella estancia en la Finca La Ammonia, Selva Negra, Matagalpa, Nicaragua